Nunca me gusta regresar al pasado,
pero de vez en cuando lo hago involuntariamente. Repaso momento a momento,
etapa a etapa, tratando de encontrar algo. Un instante quizás, una decisión, un
gesto y hasta una actitud. Es cierto que siempre encuentro algo nuevo, algo que
probablemente había olvidado o que había dejado pasar sin darme cuenta de su
importancia para unir las piezas de este rompecabezas.
Recordar es difícil, siempre lo
ha sido. Aun cuando aprendemos que es mejor olvidarse de los errores del pasado
y no repasarlos una y otra vez, lo hacemos, “sin querer queriendo” como algunos
diríamos. Pero inevitablemente volvemos a sentir ese nudo en la garganta que
acorta nuestra respiración, como si ese instante regresara de nuevo como una
máquina del tiempo.
Perdonar es quizás aún más
difícil, podemos guardar nuestros resentimientos por muchos años hasta algún día
olvidarlos, si se puede. Si no, pues éstos crecen y crecen día a día y en un
momento dado explotan. La mayor parte del tiempo acompañados por tristeza,
rabia y descontrol sobre uno mismo…. Trágico. ¿Qué deberíamos hacer para
perdonar entonces?
A lo largo de este periodo de
aprendizaje o de “cuasi resguardo” observé que la mejor manera de perdonar a alguien
es hacerlo frente a esa persona, mirándola a los ojos y diciéndole… “Hey, dejémoslo
todo atrás y sigamos con nuestras vidas” Quizás acompañado de un abrazo o de un
simple apretón de manos. Aun cuando esas vidas se separen en mundos paralelos
que quizás nunca jamás vuelvan a encontrarse… “lo más sano”, ¿o lo más cómodo?
Pero no, he descubierto que la mejor forma de
perdonar a esa persona no es alejándola de tu vida, es aprendiendo a vivir en
armonía con ella. Volverla a tener en tus días, quizás no de la misma forma de
antes, pero de una suficiente como para re cultivar una amistad basada en
tratados pacíficos. Luego con el tiempo esos resentimientos desaparecen
tranquilamente y el odio se desvanece, pienso que es efectivo.
Sin embargo la pregunta es
¿querrá esa persona a la que perdonas volver a formar parte de tu vida? Esto es
lo extraño del asunto ya que la mayor parte del tiempo no lo hace. Ya sea
porque ella misma guarda un rencor propio o por el simple miedo a volver a
herirte. ¿Es irónico no? Una vez que la has perdonado y le has abierto los
brazos una vez más, esa persona decide retroceder y desaparecer. ¿Entonces qué
ha significado esa reconciliación? ¿Un simple acuerdo de silencio?
Difícil, muy difícil de explicar.
Posiblemente ese muy confiado tratado de paz fue simplemente un “permiso para
el olvido”. Pero entonces ¿no deberíamos ser más honestos los unos con los
otros y decirnos las cosas como son? Algo así… “Hey, te perdono, ya puedes
olvidarme, yo lo haré también”
Sí, es verdad, nadie te diría eso
sin la intención de herirte. Ese quizás es el problema mayor. Somos muy
frágiles o nos creemos muy frágiles como para recibir las cosas como son, como
se presentan. Somos simples humanos de corazón blandengue.