viernes, junio 17, 2011

Jolgorio en eclipse lunar...

Recuerdo muy poco de aquella tarde en particular. Entre risas, música y cartas, entre copas, vino y manteles teñidos de rosa. Los minutos pasaban despacito, tratando de convencerme que, más adelante, tendría muchos más, para palpar el tiempo que corría en verdad. Algunas amigas incondicionales y debo decirlo... irremediables, hacían bromas y gozábamos del aire impregnado de carcajadas.
 La música tan fuerte no me permitía pensar correctamente, a veces lograba escuchar como ellas servían en las copas el vino dulce y tinto. Podía verme deseando empapar mis labios con aquél mágico líquido.
Recuerdo muy poco de aquella tarde en particular. En menos de un segundo cada una estaba todas partes, sobre el sillón, gritando a la gente por las ventanas, corriendo hacia el baño, bailando en la sala, apoyadas en una silla, pensando en el tiempo, el amor y las experiencias.
Unas copas más de vino y recuerdo haber sido el alma del almuerzo que se convirtió en jolgorio. Risas y más risas, cuentos, anécdotas y un liquido color cereza que sabía a fresa. Las horas pasaron demasiado rápido y debíamos salir para volver a la monotonía de un miércoles cualquiera.
Recuerdo "nada" del lapso en el cual llegué a un supermercado y di vueltas para encontrar un tarro de mantequilla y una bolsa de leche de chocolate. En la caja registradora sacaba a penas la tarjeta de la cartera, temblaba.
"Me rechazan su tarjeta, señorita" Dijo la mujer del mostrador. Necesitaba aire, salir del supermercado, con o sin el tarro de mantequilla y la leche.
Recuerdo "nada" del lapso en el que me encontré con él. Oía su voz dulce, preguntarme todo, hablarme mientras conducía y escaparse de la venidera oscuridad de la noche de luna llena conmigo. Recuerdo sentir el auto detenerse, su mirada de preocupación y enojo fusionados.
Recuerdo muy poco de aquella tarde en particular. Pero recuerdo la luna llena de la noche, sus besos, sus abrazos, sus palabras... su miedo.
Mientras recuperaba mis recuerdos, pensé que aquella noche, la luna se pondría roja de enojo y decepción. quizás entre mis arranques de locura me sentaría al borde del precipicio para saltar y así perderlo...
La gravedad me incitaba a hacerlo, pero el eclipse de luna pasaría y quedaría tan solo el dolor del salto.
Recuperada totalmente, lo llamé de nuevo, debía volver a mí, debía contemplarlo, tomarlo de la mano y pedirle perdón...
Recuerdo el eclipse de luna llena de aquella noche. Pasó tan rápido y tan delicado. Te tuve, te perdí y te recuperé...