martes, abril 22, 2014

Una copa de Malbec...

La última vez que compré una botella de vino para mi sola estaba encerrada en un momento de soledad y tristeza. Suena como a una decisión tomada por una alcohólica desesperanzada, la cual nunca fui ni espero ser; pero en un momento como aquel, que ahora me toca revivir para contarlo, parecía una decisión racional.

Era un típico día de invierno europeo, las nubes grises cubrían el cielo completamente sin darle ni una sola chance al sol de asomarse. Había despertado con los ojos hinchados por las tantas lágrimas que apenas me habían dado unos minutos de sueño entre las horas que pasaban intermitentemente. Probablemente, ni siquiera me hubiera levantado ese día, tenía un deseo incontrolable de cerrar las persianas para quedarme de nuevo en la oscuridad. Sin embargo tenía un trabajo que cumplir y a pesar de mi estado emocional, debía salir de esa cama. Mi compañera de apartamento me miró con pena mientras me preparaba café para resistir esa mañana. No se atrevió a decir nada supongo que por todo el ruido que había escuchado por la noche y por el miedo a ser inoportuna, de todas formas, no quería hablar con nadie.  El trabajo de esa mañana fue automático, traté de mantener una sonrisa con los demás profesores para evitar cualquier tipo de pregunta y/o símbolo de compasión que pudiera quebrarme, aún cuando ya estaba rota.

Llegué a casa y noté que mis manos temblaban, aunque no por el frío. Pensé que quizás una taza de mate podría calmarme los nervios, no fue así. Me apoyé en el marco de la ventana y permanecí con la cabeza apoyada contra el vidrio por un par de horas. Afuera estaba tranquilo y pacífico, esa tranquilidad y esa paz que deseaba absorber dentro de mi cuerpo.
Tomé fuerzas para despegarme del ventanal, cogí un abrigo, la bolsa del supermercado y salí del edificio corriendo. Por alguna extraña razón, pasear por los pasillos de ese enorme supermercado tenía la capacidad de distraer mi mundo. Pasaron algunas horas cuando un joven que trabajaba allí se acercó y me preguntó si buscaba algún vino en especial, era verdad, me había quedado todo ese tiempo mirando el estante de vinos sin buscar uno en especial, mi mente estaba perdida. Sin responderle, tomé uno al azar y me dirigí a las cajas para pagarlo. 

Con la botella en la bolsa caminé a casa como un fantasma, extrañamente las personas que pasaban por mi lado me miraban con pena, pero probablemente solo fue producto de mi paranoia. Llegué a casa y nos encerramos en mi cuarto, yo y el vino, puse la música que sabía que más me apuñalaría y me senté en el suelo dejando al tiempo tomar su curso.

Podía escuchar miles de voces dirigirse a mí entre el ruido de mis sollozos y la respiración acelerada. Las imágenes que mis ojos percibían parecían las de una casa de espejos por la humedad que los cubría. Mis manos continuaban temblando como las de una anciana con Parkinson. El suelo helado recorría mi espalda y podía sentir la dureza hasta en mi última vertebra, sí, había terminado recostada.

Me rogaba a mí misma levantarme del suelo helado, pero simplemente no podía. Lloraba como una pequeña niña perdida entre miles de rostros desconocidos. Había una guerra entre mis pensamientos, entre mi orgullo y mi desprecio, entre el suelo y el techo, entre la música y el silencio. Ya no importaba absolutamente nada, quería que todas las voces se callasen y me dejaran yacer allí para reírme de mi misma. 

El día estaba desapareciendo y con el toda su luz, la noche iba a encontrarme indefensa sobre el suelo, las persianas dejaron entrar los últimos destellos del día sobre mi cuerpo y todo se detuvo de repente, silencio. 
En ese mismo instante, cuando miré hacia arriba para encontrar la salida de aquel pozo, fue cuando tomé la decisión de ponerme de pie. Miré la botella vacía de vino y tomándola entre mis manos me dije que la siguiente botella de vino que comprase para mi, sería para celebrar mi libertad.

Creí muchas veces que no sería capaz de escribir sobre esta experiencia. Algunas veces intenté hacerlo pero siempre me detenía porque volvía a vivir ese sentimiento de decepción y depresión combinados con el efecto embriagante de aquel vino.  Sin embargo cuando finalmente te has curado de una etapa como aquella, escribir es simplemente recordar una experiencia más de la vida de la cual aprendiste y dejaste atrás.

Ha pasado más de un año desde aquel día y cada vez que  siento caer o me siento perdida regreso a ese momento para encontrar fortaleza. La misma fortaleza que me hizo levantar del suelo ese frío día de noviembre para tomar la decisión de seguir adelante…

viernes, noviembre 15, 2013

Corazón blandengue

Nunca me gusta regresar al pasado, pero de vez en cuando lo hago involuntariamente. Repaso momento a momento, etapa a etapa, tratando de encontrar algo. Un instante quizás, una decisión, un gesto y hasta una actitud. Es cierto que siempre encuentro algo nuevo, algo que probablemente había olvidado o que había dejado pasar sin darme cuenta de su importancia para unir las piezas de este rompecabezas.

Recordar es difícil, siempre lo ha sido. Aun cuando aprendemos que es mejor olvidarse de los errores del pasado y no repasarlos una y otra vez, lo hacemos, “sin querer queriendo” como algunos diríamos. Pero inevitablemente volvemos a sentir ese nudo en la garganta que acorta nuestra respiración, como si ese instante regresara de nuevo como una máquina del tiempo.

Perdonar es quizás aún más difícil, podemos guardar nuestros resentimientos por muchos años hasta algún día olvidarlos, si se puede. Si no, pues éstos crecen y crecen día a día y en un momento dado explotan. La mayor parte del tiempo acompañados por tristeza, rabia y descontrol sobre uno mismo…. Trágico. ¿Qué deberíamos hacer para perdonar entonces?
A lo largo de este periodo de aprendizaje o de “cuasi resguardo” observé que la mejor manera de perdonar a alguien es hacerlo frente a esa persona, mirándola a los ojos y diciéndole… “Hey, dejémoslo todo atrás y sigamos con nuestras vidas” Quizás acompañado de un abrazo o de un simple apretón de manos. Aun cuando esas vidas se separen en mundos paralelos que quizás nunca jamás vuelvan a encontrarse… “lo más sano”, ¿o lo más cómodo?

Pero no, he descubierto que la mejor forma de perdonar a esa persona no es alejándola de tu vida, es aprendiendo a vivir en armonía con ella. Volverla a tener en tus días, quizás no de la misma forma de antes, pero de una suficiente como para re cultivar una amistad basada en tratados pacíficos. Luego con el tiempo esos resentimientos desaparecen tranquilamente y el odio se desvanece, pienso que es efectivo.

Sin embargo la pregunta es ¿querrá esa persona a la que perdonas volver a formar parte de tu vida? Esto es lo extraño del asunto ya que la mayor parte del tiempo no lo hace. Ya sea porque ella misma guarda un rencor propio o por el simple miedo a volver a herirte. ¿Es irónico no? Una vez que la has perdonado y le has abierto los brazos una vez más, esa persona decide retroceder y desaparecer. ¿Entonces qué ha significado esa reconciliación? ¿Un simple acuerdo de silencio?

Difícil, muy difícil de explicar. Posiblemente ese muy confiado tratado de paz fue simplemente un “permiso para el olvido”. Pero entonces ¿no deberíamos ser más honestos los unos con los otros y decirnos las cosas como son? Algo así… “Hey, te perdono, ya puedes olvidarme, yo lo haré también”


Sí, es verdad, nadie te diría eso sin la intención de herirte. Ese quizás es el problema mayor. Somos muy frágiles o nos creemos muy frágiles como para recibir las cosas como son, como se presentan. Somos simples humanos de corazón blandengue. 

domingo, octubre 13, 2013

Octubre sólo era octubre.

Octubre tenía el aire misterioso y seductor. Apareció un día sin ser esperado, con brillo en los ojos y una sonrisa sin sentido. La fragilidad de sus expresiones me ofreció la mano y caminamos unas horas así, en silencio, sin decirnos nada.  Entre algunos segundos nuestras miradas se cruzaron y sonreímos tímidamente para luego cerrar los ojos. Cuando finalmente alcanzó a decir algunas palabras escarbó en lo más profundo hasta encontrar aquello que había escondido hace mucho tiempo ya, una pobre ingenuidad, la mía.

Octubre era rebelde y testarudo, le gustaba romper las reglas y en especial las mías. Aun así no podía descifrarlo, su misterio podía guardar más de un secreto sin problema alguno. Algunas veces me preguntaba qué historias se escondían tras ese par de ojos o qué detalles se escurrían entre sus largos dedos.

“Te prometo”, dijo un día, y la piel se me erizó de repente. Sin dudarlo me aferré a lo que más se parecía a una promesa de octubre. Lentamente y un  poco atontada absorbí las palabras de sus labios y descubrí una de las últimas miradas de ternura que había guardado para domingos de lluvia. Nos abrazamos delicadamente y le susurré al oído... 

“Eres un hermoso desastre, octubre”.

lunes, septiembre 16, 2013

Aquí

Estas últimas noches he estado hablando con Dios. Después de una larga temporada de mi vida sin buscarlo y sin dejarme encontrar por Él, hemos vuelto a conversar por las noches.

Recuerdo que cuando era niña tomaba unos minutos para comunicarme con Él, pero tenía todo un protocolo que seguir. Comenzaba rezando un Padre Nuestro y a veces me equivocaba en alguna frase y volvía al principio sintiéndome la más pecadora de todos. Después  continuaba con un Ave María y no podía olvidarme de mi Ángel de la Guarda que me alejaría de las pesadillas. Repetí lo mismo cada noche de mi niñez y gran parte de mi adolescencia, hasta que un día dejé de hacerlo. Obviamente no fue de la noche a la mañana que dejé de creer, que dejé de preocuparme.  Fue un proceso largo del cual sólo recuerdo la horrible impotencia, y las interminables lágrimas de desesperanza.  Fue entonces cuando me di cuenta de que el humano sólo se siente totalmente vacío cuando no tiene en qué creer.

A lo largo de este periodo sin Él me encontré con un sinfín de personas que me hablaron de las muchas formas de encontrarlo, todas diferentes. Asistí a muchas reuniones que hacían rituales y lo invocaban, otras protocolares en las que lo mencionaban repetitivamente. Algunos otros se indignaban ante mi indiferencia y simplemente subían su mirada. Todo este tiempo todos ellos me hablaban sobre un extraño que había desaparecido de mi vida y no quería que regrese.

Durante mi viaje en Europa entré a muchas Iglesias maravillada por su arquitectura, por su historia y su inmensidad. Algunas veces me senté en alguna banca y cruzando mis brazos cerraba mis ojos. ¿Estás ahí? Le preguntaba. Nada. Mi mente se concentraba en los ruidos de alrededor, en la gente que entraba y salía y en  los ruidos de las cámaras fotográficas. A pesar de que todos la llamaban su casa Él no estaba allí. Prefería dejarle un mensaje por si acaso para finalmente salir de allí y  el mensaje siempre era el mismo “¿Dónde podré encontrarte?”.  A veces creía que un Ser se aparecería en mi camino y tocándome el hombro me diría “Hey, aquí estoy, me has encontrado”  Insulso…  Aún si fuera así no sabría que decirle. “Hola” quizás, “Siento no haber llamado pero he estado perdida… ocupada, digo”  Él Probablemente sonreiría y me diría “no te preocupes” como cualquier viejo amigo.


En una ocasión entré a la Basílica del Sacre Coeur de París y quedé sorprendida por la magnificencia del lugar.  Caminé muy despacio para no perderme ningún detalle de aquella experiencia. De pronto una música barroca suave comenzó a sonar en el fondo de la iglesia, era angelical. “¿Dónde podré encontrarte?”  Pregunté con los ojos cerrados. De pronto una voz dijo “Por aquí señorita” abrí mis ojos asustada y un hombre de estatura media me sonrió, probablemente era un guía turístico y pensó que yo era parte de su grupo.  Salí del lugar un poco confundida. 

Caminé por muchos lugares del mundo preguntando por Él, dejándole mensajes en cada Iglesia que visitaba, escuchando a la gente mencionarlo. Algunas noches soñaba con Él, se presentaba en diferentes formas, la mayoría de las veces solamente me observaba y algunas otras decía unas cuantas palabras que ni siquiera puedo recordar.  

Cuando regresé a mi país lo sentí aun más lejos que nunca. Hubieron días en los que pensé que quizás se  había quedado en alguna Iglesia de Europa que no tuve tiempo de visitar, me frustraba solo imaginarlo.

Hasta algunas noches atrás cuando no podía dormir y la misma pregunta pasó por mi mente ¿Dónde podré encontrarte?. Por unos instantes sólo hubo silencio, pero fue un silencio diferente. No se escuchaba ni el sonido de la noche, sólo podía escucharme a mi misma. De pronto comencé a escucharlo a través de mi propia voz. Fue como hablar con alguien con quién no me había comunicado hace ya mucho tiempo ya. Le hice muchas preguntas y respondió a todas con mucha simpleza y lógica.  Recuerdo que hasta reímos con algunas de mis preguntas y también suspiramos con algunos recuerdos, todo mientras mis ojos permanecían cerrados. Nada de protocolos, nada de mensajes, nada de intermediarios, nada de edificaciones ancestrales ni de rituales. Sólo Él y yo en esa noche silenciosa... fue entonces cuando volví a preguntarle:

....¿Dónde podré encontrarte?

.... Aquí, respondió.

Un perro aulló y finalmente caí dormida. 

sábado, agosto 17, 2013

Entre cajones y olores

Andaba yo desesperada buscando una camisa entre mis cajones, revolviendo la ropa, llevándola de aquí para allá, desordenando sin motivo. Fue entonces cuando encontré una antigua bufanda suya. Me quedé observándola por unos instantes mientras permanecía en el fondo y sin tocarla cerré el cajón de repente.

Me senté en el borde de mi cama y muchos pensamientos recorrieron mi mente. Había olvidado que la bufanda se había quedado allí por tantos meses, había olvidado que aún me quedaba ese pedacito de tiempo encerrado en aquel cajón. Me levanté, abrí el cajón y volví a encontrar la bufanda ante mis ojos. La tomé despacio e inmediatamente la llevé contra mi rostro. Aspiré profundo y sentí mis ojos humedecerse, no sé si fue a causa del polvo que había acumulado o del olor que emanaba, probablemente lo segundo más que lo primero.

La puse a un lado y contemplándola abrí mi cuaderno de notas. Comencé a escribir las miles de ideas que se cruzaban por mi cabeza. Era la única forma descubierta de vencer mi ansiedad adquirida. Escribí unas cuantas frases con tu nombre repetido una y otra vez. Escribí algunas cosas que no tuvieron sentido alguno al releerlas y finalmente escribí un pequeño punto.

Cerré el cuaderno,

Guardé la bufanda,

Cerré el cajón,

...y encontré la camisa.

domingo, julio 28, 2013

Que bello Abril

Yaciendo sobre una melodía, me pregunté si Abril regresaría algún día. Septiembre, quien prefería ser siempre distante, intentó consolarme y mirándome a los ojos me dijo que no esperase su regreso, que era imposible que sucediese. Sonaba seguro de si mismo, seguro de la labor del tiempo, pero no supe confiar en él.

Septiembre tenía la mala fama de ilusionista, se pasaba rondando noche y día mis pensamientos hasta que un día me llevó muy lejos de casa. Muy emocionada comprendí su objetivo. Quizás debí agradecerle su extraña jugada, pero aproveché para salirme con mis propias intenciones.  Cuando todos decían que todo tiene un porque en esta vida, recién pude justificar a Septiembre porque gracias a éste llegué a encontrar a Marzo, pero Septiembre nunca se fue.

Aún sobre esa melodía escribí una nota a Marzo, apunté mis datos, un número de teléfono y una dirección errónea, ya que tenía miedo de un día enfrentarlo. Este Marzo, quien había prometido traerme una primavera como regalo, regresó un día cubierto de nieve. Me miró con ternura y dijo que quizás el  año siguiente cumpliría con su promesa. Lo miré con cuidado y sin dejarme seducir le susurré al oído...."Hueles a simple otoño para mí" Desde ese día no volvimos a dirigirnos la palabra.

Cuando pensé en Febrero, supuse que aún estaría enfurecido conmigo. Después de todo habíamos discutido, llorado y hasta gritado por razones ilógicas. Febrero era iracundo y susceptible y yo simplemente impulsiva. Una mala combinación que desde un principio ignoramos, pero que terminó consumiendo hasta la última de nuestras esperanzas. Febrero decidió un día dejarme una rosa en el marco de mi ventana y desaparecer sin decir adiós. Aquel día supe que era tiempo de seguir adelante.

Me gusta recordar a  Junio como un loco irremediable. Por allí dicen que entre locos nos entendemos bien, pues Junio y yo somos de vez en cuando almas gemelas. Junio solía llegar muy alegre por las noches, con una caja de trufas en una mano, media botella de champagne barato en la otra y un par de cigarrillos en el bolsillo. El sabor del alcohol en sus labios era desagradable, pero de alguna manera adictivo. Al finalizar la noche terminaba embriagada de sus besos pero al día siguiente no toleraba su presencia. Junio desaparecía cada vez que Julio tocaba su puerta para que le rindiese cuentas. Las deudas lo agobiaban.

Consumida en nostalgia pensé en Abril, me arrepentía de haberlo dejado atrás. Después de todo Abril había llegado como el sol después del invierno, había tomado mi mano y me había llevado a caminar descalza sobre el césped mojado por el rocío matutino. Abril me había tomado entre sus brazos y con algunas cortas palabras había regresado mi cable a tierra. Es más, Abril me había enamorado con sus pintorescas flores y sus atardeceres nocturnos. ¿Dónde estará ese encantador Abril? ¿Estará escribiéndome versos de verano?

Abril regresará a mí un día, pensé...

No... Yo regresaré a Abril.

La melodía se detuvo entonces.

martes, julio 23, 2013

Bah oui...

Me estoy desesperando. Mis buenas técnicas están en un baúl viejo y he olvidado donde he dejado las llaves de su candado ¿Será que hace mucho tiempo no me encuentro en esta situación misma? Bueno, estoy desarmada e impresionada. Te dejo hacer el primer movimiento porque también estoy asustada. No me preguntes por qué, no tenemos tanto tiempo para una eterna historia. Si, lo sé, pero no te preocupes porque suelo ser valiente la mayoría de las veces, hoy no, pero un poco, sí.

No, no soy buena descifrando a las personas, que vergüenza. A veces pienso que tu saludo es tu declaración perfecta y que tu adiós es mi condena absoluta. Bah, sólo es una conversación más, una de nuestras muchas. No debería importarme tanto. Pero lo hago, me importa, me importas… me estás volviendo loca.

Quiero pasar como una idea en tu cabeza. Una de esas que aparecen en esos momentos en los que miras al vacío o una nube se cruza en tus preocupaciones cotidianas. Quizás como una idea que decides anotar para no olvidar, pero cuando llegas al papel en blanco ya la has olvidado. Al menos déjame cruzar tu mente como una brisa que te regrese a tierra.

Ya.
Sí.
Quiero.
Dilo.
Espera…


Átame con una mirada y haz que olvide lo que estaba diciendo. No controles mis impulsos,  lo estás haciendo. Lo digo en serio. Harás que quiera besarte y luego correr. Debo advertirte que no soy muy buena atleta, prefiero las letras y las melodías... yo no sé de qué estaba hablando antes.

Aún no...
Ahora si.


sábado, mayo 25, 2013

Más tuyo, pero nuestro

Escrito en la Ruta POITIERS – ANGOULÊME (Francia)  13:08 22 de enero de 2013
-¿Te acuerdas esa vez? Preguntó él.
- Sabes que mi memoria no me ayuda mucho, hago el esfuerzo y  nada sucede. Recuérdamelo, cuéntame la historia- dijo ella, acariciándole la mano.
- En este aeropuerto te fuiste una vez de mis brazos. Me diste un beso un poco angustiada por la mirada de los que te despedían en ese instante, pero luego me diste esa mirada que tranquilizaría el momento.  Te diste la vuelta y comenzaste a andar, unos segundos después giraste y sostuvimos nuestras miradas por unos segundos más, pude notar tu tristeza. Nunca te gustaron las despedidas.
- ¿Ves aquél avión?
- Sí, respondió ella
-Pues es el mismo al que te subiste ese día, yo fui uno de los testigos  desde este ventanal en el que estamos ahora. Llevabas una mochila que era tan pesada que presentía que en cualquier momento te caerías hacia atrás como una tortuga. Se notaba la emoción con la que cargabas, ibas a conocer un mundo diferente. Ibas a salir de tu burbuja para traspasar los horizontes con los que soñabas.
-Y te fuiste.  Así como jugabas a volar ondulando tus manos, así  te elevaste en el cielo y desapareciste unos segundos después. Atravesaste muchas nubes para finalmente llegar muy lejos de mí.
- ¿Ahora si lo recuerdas?
- sí…

Escrito en la sala de la casa 5590 en la calle Antonio Díaz Villamil, La Paz, 26 de enero 2013
-Ese día desperté ansiosa. Afirmo ella. Habían muchas cosas que debí hacer, que debí decir, pero no logre hacerlo todo.
-Sí, pero me dejaste infinidad de recuerdos y…
-Cállate! Exclamo ella, dándole una suave palmada en la mano. Déjeme terminar, viene a mi memoria ese último beso, deseaba mucho dártelo, besarte frente a casi toda mi familia fue una hazaña, supongo que para ti fue algo incómodo…
-muy incómodo yo diría
-Ash! Ya  no me interrumpas pues! Decía que para ti debió ser un poco, o muy incómodo, ya no importa, lo que sí, yo estaba llena de emoción pero me sentía angustiada, por todo y por todos, por mí por ti y por nosotros. Apenas había entrado en el avión y ya quería volver al aeropuerto para besarte una vez más, pasaron los segundos tan rápido y yo ya estaba tan lejos de ti.
-Estabas lejos, pero después de ese beso me dejaste en el aeropuerto con toda tu familia y una enorme interrogante en sus ojos, yo solo quería irme de allí. Me sentía muy triste, pero me mantenía la idea de que volverías algún día. Aun siento el gran apretón de mano que me dio tu papá, dijo él haciendo un puño, y el suave abrazo de tu mamá.
Una sonrisa se dibuja en la cara de ambos, una suave risa sale de los arrugados labios de ella y él le dice:
-Me podrías dar un último primer beso como ese?
-Sí….


Escrito en 22 Bis Rue Marguerite d’Angoulême (FRANCIA) 13:38, 27 de enero de 2013
Ella se acercó lentamente y sintió esa energía de nuevo. Esa energía fuerte como la de un imán, que atraía sus labios con los suyos y no dejaba que se separasen.
Luego de ese momento perfecto se contemplaron por algunos instantes hasta que ella dijo:
- Es increíble, que cada uno de nuestros besos tengan el mismo efecto en mí como el primero que nos dimos un martes por la tarde en mi casa.  ¿Lo recuerdas?
- Jamás lo podré olvidar…
Ambos cruzaron sus miradas unos segundos, parecía que repetían aquel escenario otra vez en sus mentes. 
- Realmente estábamos muy enamorados en esa época ¿no? Dijo ella sonriendo
- Así es, tuvimos una bella época juntos, algo que quedará siempre en nuestras memorias.
Ella miró hacia el gran ventanal detrás suyo y suspiró. Afuera hacía un día soleado, sin una sola nube en el cielo. Un típico día de  invierno en La Paz, uno de aquellos que ella extrañaba tanto.

Escrito en 22 Bis Rue Marguerite d’Angoulême (Francia) 22:24  4 de marzo de 2013
- Si… respóndeme una cosa ¿Por qué nos separamos? ¿Porqué nos alejamos tanto uno del otro? Preguntó ella.
- No sé, quizás fue simplemente nuestro orgullo. Estábamos tan lastimados ambos que nuestras decisiones fueron hechas inmediatamente con la cabeza caliente. Y así decidimos tomar caminos separados.
- Fue duro, verte feliz al lado de otra persona. Quizás era el momento que más temía de todos y lo estaba viviendo en ese justo instante. Lloré una noche entera, sentía impotencia y mis manos me temblaban.
El rostro de ella cambió de repente, se podía ver nostalgia en el brillo de sus ojos. Él le tomó la mano y la observó hasta decir:
- Tú también encontraste tu propio camino, encontraste tu propia felicidad y la viviste cada día. Tomamos decisiones todo el tiempo y algunas cosas en la vida son impredecibles, ¿no lo crees?
- Es verdad, ella sonrió de nuevo. Las cosas han cambiado tanto desde entonces, los años han pasado y hemos vivido tantas cosas, cada uno por su lado.
- La vida nos ha dado tanto alegrías como  fracasos pero aquí estamos, contentos y no nos arrepentimos de nada.
- Tienes razón,  cada día valió la pena y ahora todo tiene sentido, ahora si puedo creer en el destino. Ella  bajó la mirada pero él sabía que estaba sonriendo.
De repente se escuchó un anuncio en el fondo…
“….El vuelo 354 con destino a París - Francia anuncia su abordaje por puerta 22…”
- Bueno, ese es mío, debo irme, dijo ella. Fue interesante haberte encontrado aquí después de tanto tiempo.  Cuídate mucho, siempre.
El sonrió y besando su mejilla le dijo:
-          - Tú también… adiós Laura

Tomando su maleta, ella comenzó a andar hasta perderse entre la multitud del aeropuerto. Y aquel avión del ventanal volvió a partir una última vez.

miércoles, enero 09, 2013

Aquella fotografía



Después de la primera foto supuse que la segunda sería parecida. Sin embargo, me sorprendí al encontrar a un par de ancianos que miraban por la ventana. Ambos en sillas de ruedas y uno al lado del otro. No fue sólo eso  lo que pude observar, si no el hecho de que la imagen fue tomada  en secreto, sin que nadie pudiera notarla. Conozco al fotógrafo  y su trabajo usualmente no es el de un paparazzi, pero por alguna razón, en esta ocasión, él quiso tomar una escena que significó algo para él. No quiso que nadie se diera cuenta de lo que hacía. Tomó la cámara por debajo de los brazos mientras intentaba disimular la mirada para no llamar la atención. Sólo se escuchó el sonido del obturador pero éste se perdió entre las miles de voces que circulan en lo que parece ser un aeropuerto. Allí quedó, como una imagen perpetua. Quien sabe quiénes son esas personas, si son hermanos, si son amantes, si son amigos de toda la vida. Quién sabe si  esas personas quisieron estar allí, en ese momento, si se despedían o se encontraban. Sólo sé que significó algo para el fotógrafo, un mensaje que me palpita en el cuerpo.

miércoles, junio 06, 2012

Recordando una frase...

lunes, septiembre 20, 2010

Toma mi verdad...

Es verdad... hay mil historias anónimas, sueños incompletos, venganzas en fuego, momentos imperfectos, abrazos eternos, resentimientos al descubierto, ciclos lunares indeseables, heridas de limón y sal y tantos otros pequeños grandes detalles detrás de mis silencios... que tendrías que saber antes de dormir y soñar... 

Es verdad... las hojas  en las que escribo todos los días están desordenadas, llenas de borrones, errores garrafales, la mayoría tienen radex encima una y otra vez, están rasgadas y algunas palabras ya no se pueden leer ya que están corridas por lágrimas de tiempos anteriores... pero ten paciencia conmigo, ayúdame a cortarlas en miles de pedazos y en un día de verano...ayúdame a esparcirlas para que se las lleve el viento y el tiempo...

Es verdad... tengo miedo la mayor parte del tiempo, pero no te tendré miedo ni tí ni al mundo entero...  sin embargo, tendré miedo todos los días a lo que pueda volver a ocurrir... a las mismas miradas... a las mismas palabras... a no poder descifrarte y alejarte de mí... tendré miedo a encontrarme con mis puntos débiles... a mis decisiones... a mis actitudes.

Pero recuerda que con el pasar de los días al tomar mi mano verás que estos miedos pronto se irán, para nunca volver más...

Es verdad... llegará un momento en el que podrás caminar en mi compañía, pero si caminas detrás mío es probable que salga corriendo para que no me alcances nunca más, si caminas delante mío es probable que me pierda en el sendero al no poder encontrar tu rastro y luego no me puedas encontrar más... pero si caminas de lado mío, ten en cuenta que mis pasos son lentos pero seguros...

Es verdad... cometo errores constantemente, a veces no cuido ni mis palabras ni mis acciones, pero aprendí a pedir perdón y a tener paciencia... aprendí del arrepentimiento y de la furia... aprendí del tiempo de la histeria y la locura...


Es verdad... vendrán días en los que querré volver en el tiempo, cambiar cosas, saltar personas o cantar versos añejos... fugazmente recuérdame el momento, el instante en que volamos y vivimos... recuérdame el porque del hoy... del  nuevo presente...


Es verdad... mañana nada será igual... (...)

domingo, marzo 18, 2012

Aquel hoyo en la pared

Me detuve un instante, había algo extraño en esa pared. Me acerqué hasta estar frente a ella y, muy quieta, la observé con detenimiento. Al parecer un hoyo se había abierto en el mismo centro de la tan desdichada pared. Pensé que si se hacía más grande podría desmoronarse instantáneamente dejando un montón de escombros dispersos en el suelo. Que pena, quizás debía hacer algo para ayudarla y evitar una catástrofe. Tuve la brillante idea de llenar el hoyo con pétalos de rosas, busqué a mi alrededor y no encontré ninguna. ¡Vaya! ¿y ahora? Quizás usando un poco de imaginación el hoyo se disimularía poco a poco hasta ir desapareciendo, podría funcionar... umm no.
Lo observé con más detalle aún y  pude notar que con cada idea que tenía el hoyo astuto se hacía más y más grande, pobre pared.
¿Cómo poder ayudar a la pared? ¿Cómo rellenar su hoyo profundo y confuso? ¿qué hacer? No lo sé, no lo sé, no lo sé. Talvez con el tiempo se cierre, y vueva a ser una pared fuerte y resistente. Es posible... pensé.

Fue cuando él entró y rompiendo aquel silencio intenso me dijo: "Apúrate, que ya llevas mucho tiempo parada frente a ese espejo".

jueves, marzo 15, 2012

♥ Six Mois ♥

Así quiero recordarte siempre. Con la ciudad en el fondo, una copa de vino en la mano y tu sonrisa encantadora. Quiero llevarme ese recuerdo todos los días y en los momentos en los que me encuentre triste traer a mi memoria esa velada en la que cada detalle y cada momento fue perfecto.Quiero sentir cada instante esa paz interior y esa felicidad pura que me invadieron cuando tu mano tomó la mía sobre la mesa y entrelazaste tus dedos con los mios. Supe que así es como siempre será, así es como siempre quise que fuera. 
Y después de este tiempo de amor incontenido, de locuras, de ideas extremas, de sueños cumplidos y besos infinitos, nada será igual. Mi vida ha cambiado y ahora es tuya. Ahora estamos juntos en este camino y nos toca vivir muchas más sorpresas juntos, abrazados, viviendo este amor tan intenso, cada segundo.
Te encontré, por fin, eres mío... después de unas caídas, otros tropiezos y un largo tiempo de búsquedas que no parecía tener fin, , te encontré! Y no pienso dejarte ir nunca, pase lo que pase podremos salir adelante, siempre juntos, de la mano y con el amor más fuerte del mundo.

El próximo Pesto que comamos juntos será al otro lado del mundo... te amo♥

martes, febrero 07, 2012

Días como aquellos...

Sin demasiadas palabras. Estoy enamorada. Y Feliz. HOY te gané Luna Llena, este mes es mío...

lunes, enero 09, 2012

Les roses sont rouges

Me idealicé un día normal, despertar, comer, reir, besar, amar, soñar un poco y pensar en el día siguiente. El  plan podría funcionar en un día común y corriente, pero este 9 de enero era diferente. 
Desperté sabiendo que una luna llena luminosa y gigante estaría hoy dispuesta a tomarme por el cabello y arrastrarme por el suelo. Mal comienzo. Apoyé la cabeza contra mi almohada aprovechando los pocos minutos de inconsciencia que me quedaban y traté de recordar mis anteriores ideas, pero hasta el sueño anterior se había borrado inmediatamente. Me senté al borde de la cama y comencé a imaginarme banalidades. 
¿Qué había escrito un día como hoy hace un año en aquella libretita amarilla? Quizás no existía un 9 de enero, quizás había un 10.. 11.. o 12 o un 8. Hice un esfuerzo por encontrar aquel recuerdo fotográfico escondido en algún remoto espacio de mi memoria... nada. Tan sólo pasaban miles de páginas con bolígrafos de colores y garabatos hechos por una mano eufórica. Eran letras, frases y sentimientos que se quedaron grabados en hojas de papel cuidrículada.
Estaba atrasada, probablemente no llegaría a tiempo a clases. Me alisté maratónicamente y salí a contemplar  un día gris y lluvioiso, tomé una movilidad blanca y en el camino volví a ese trance de ansiedad.
De nuevo mi cabeza jugaba como niño en su cumpleaños. ¿Qué había escrito un día como hoy hace un año en aquella libretita amarilla? "Piensa, piensa, piensa Laura, no es tan difícil" Soñaba despierta otra vez mientras una imagen se iba dibujando en el papel cuadrículado. ¿Qué es? ¿qué es?
¿Una rosa? Una rosa dibujada en la hoja del 9 de enero... Era coherente, bueno, quizás no del todo. Probablemente mi mente me estaba jugando una más y debía dejar de pensar en libretas, fechas, hojas, y flores.
Bajé de la movilidad y comencé a andar las 3 cuadras se dejaban ver por delante. Rosas, rosas, rosas, rosas, ansiedad, ansiedad, ansiedad, rosas, rosas, rosas... 
Me pellisqué las muñecas un millón de veces hasta comprender que era una más de las confabulaciones de días como éste. El aire pronosticaba tarde de debilidad y noche de luna llena...

sábado, diciembre 10, 2011

Inédito...

(...) ...Salí para encontrarme con una calle desolada, me detuve algunos instantes con la esperanza de encontrarlo detrás mío. Añoraba que me abrazara sorpresivamente por atrás, rodeando mi cintura con sus brazos y adormeciéndome en tranquilidad. Giré la cabeza abruptamente y él no estaba, ni siquiera lejos, había desaparecido, tan solo eran vallas de hierro las que me encaraban fríamente.
Comencé a andar sin saber donde ir, debía permanecer serena y no caer en en masoquismo de cruzar a la acera del frente. ¿Por qué? porque pisar ese césped que la cubría sería aun más torturante que reproducir "11 y 6" en un día lluvioso de enero. Continué caminando con la leve esperanza de que él cambiase de opinión. Seguramente correría velozmente y sonreiría al tomarme de la mano. Mi mente alucinaba, creando el sonido de sus zapatos rozando la calzada. zap zap zap...
Entre mis sueños estando despierta, me detuve para entender que la acera por la que había trazado un camino había llegado a su fin. Debía cruzar a la del frente si quería llegar a algún lugar. No quise pero debí hacerlo. Miré a ambos lados y crucé, pisé el césped y comencé a correr sin motivo. El viento soplaba débil, chocando contra mi rostro, mis manos transpirando, sin hesitar ni un momento, sin detenerme a pensar...
Zap zap zap, ahora si eran mis pasos acelerados, no los suyos. Mis pasos que trataban de escapar de otra luna llena, la de diciembre... "quiero llegar a casa, quiero dormir, quiero reproducir 11 y 6 sin morderme las uñas ni tener que rodar en recuerdos" (...)

sábado, octubre 29, 2011

Última noción de Laura

Cierro el Libro,las lágrimas brotan y recorren mis mejillas... Laura Avellaneda se ha ido, con el amor entre los dedos, con la tristeza de Martín Santomé y los recuerdos vivídos sobre su piel...

Última noción de Laura (Mario Benedetti) 

Usted martín santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aún en el caso de que no estuviera
todavía muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza

usted martín santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
pero debo ser floja incitadora de vida
porque me estoy muriendo santomé

usted claro no sabe
ya que nunca lo he dicho
ni siquiera
esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres
usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme

usted martín santomé no sabe
y sé que no lo sabe
porque he visto sus ojos
despejando
la incógnita del miedo

no sabe que no es viejo
que no podría serlo
en todo caso allá usted con sus años
yo estoy segura de quererlo así

usted martín santomé no sabe
qué bien qué lindo dice
avellaneda
de algún modo ha inventado
mi nombre con su amor

usted es la respuesta que yo esperaba
a una pregunta que nunca he formulado
usted es mi hombre
y yo la que abandono
usted es mi hombre
y yo la que flaqueo

usted martín santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal protazo

es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted

quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo
santomé
no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada
usted
martín
martín cómo era
los nombres se me caen
yo misma estoy cayendo

usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué sola va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da.


(...28 de octubre...)

martes, octubre 11, 2011

Je vous imagine...

Pasaron las horas y su llanto que había empezado con tanta emoción, terminaba por fin. Se levantó, se miró al espejo y notó que todo su maquillaje había sucumbido a su tristeza. Tenía las mejillas secas y manchadas con rímel negro. Sacó su pañuelo, un poco de crema y solucionó el problema. Se arregló el pelo, lo agarró con un moño azul. Buscó el perfume que a él tanto le gustaba y se lo puso. Se levantó del tocador mirando por la ventana unos instantes, dudando. Afuera llovía a cantaros y la noche anunciaba ya su llegada. Quizás necesitaría un paraguas, quizás un abrigo más...

Extrañó, de repente, aquellas tardes en las que se quedaba mirando por su ventana, escuchando aquel CD de jazz que había recibido como regalo de cumpleaños. Hacía tantos años atrás y la nostalgia era siempre la misma, El sonido incandescente de aquel piano acompañado por el dulce saxofón aún la cautivaban de manera inimaginable. Se preguntó si algún día dejaría de añorar aquellos momentos de incontenida felicidad, quizás pronto.

Después de algunos segundos de recuerdos, aterrizó al escuchar la bocina que la llamaba insistentemente. Olvidó el abrigo y el paraguas y salió rápidamente dejando todo el pasillo perfumado de su esencia. Él la miró y sin bajar del auto la saludó, ella subió y al sentarse él le ofreció la mejilla diciendo… “Vaya que llueve mucho”. Ella suspiró profundamente y respondió asistiendo con la cabeza. El auto partió a toda velocidad y en la radio sonaba dulcemente… ”J’amerais tant savoir comment tu te réveilles…♪♫♪” (...)

viernes, junio 17, 2011

Jolgorio en eclipse lunar...

Recuerdo muy poco de aquella tarde en particular. Entre risas, música y cartas, entre copas, vino y manteles teñidos de rosa. Los minutos pasaban despacito, tratando de convencerme que, más adelante, tendría muchos más, para palpar el tiempo que corría en verdad. Algunas amigas incondicionales y debo decirlo... irremediables, hacían bromas y gozábamos del aire impregnado de carcajadas.
 La música tan fuerte no me permitía pensar correctamente, a veces lograba escuchar como ellas servían en las copas el vino dulce y tinto. Podía verme deseando empapar mis labios con aquél mágico líquido.
Recuerdo muy poco de aquella tarde en particular. En menos de un segundo cada una estaba todas partes, sobre el sillón, gritando a la gente por las ventanas, corriendo hacia el baño, bailando en la sala, apoyadas en una silla, pensando en el tiempo, el amor y las experiencias.
Unas copas más de vino y recuerdo haber sido el alma del almuerzo que se convirtió en jolgorio. Risas y más risas, cuentos, anécdotas y un liquido color cereza que sabía a fresa. Las horas pasaron demasiado rápido y debíamos salir para volver a la monotonía de un miércoles cualquiera.
Recuerdo "nada" del lapso en el cual llegué a un supermercado y di vueltas para encontrar un tarro de mantequilla y una bolsa de leche de chocolate. En la caja registradora sacaba a penas la tarjeta de la cartera, temblaba.
"Me rechazan su tarjeta, señorita" Dijo la mujer del mostrador. Necesitaba aire, salir del supermercado, con o sin el tarro de mantequilla y la leche.
Recuerdo "nada" del lapso en el que me encontré con él. Oía su voz dulce, preguntarme todo, hablarme mientras conducía y escaparse de la venidera oscuridad de la noche de luna llena conmigo. Recuerdo sentir el auto detenerse, su mirada de preocupación y enojo fusionados.
Recuerdo muy poco de aquella tarde en particular. Pero recuerdo la luna llena de la noche, sus besos, sus abrazos, sus palabras... su miedo.
Mientras recuperaba mis recuerdos, pensé que aquella noche, la luna se pondría roja de enojo y decepción. quizás entre mis arranques de locura me sentaría al borde del precipicio para saltar y así perderlo...
La gravedad me incitaba a hacerlo, pero el eclipse de luna pasaría y quedaría tan solo el dolor del salto.
Recuperada totalmente, lo llamé de nuevo, debía volver a mí, debía contemplarlo, tomarlo de la mano y pedirle perdón...
Recuerdo el eclipse de luna llena de aquella noche. Pasó tan rápido y tan delicado. Te tuve, te perdí y te recuperé...

viernes, mayo 20, 2011

Entre luces de escenario...

Cuando esperaba el segundo de mi entrada, me invadían los nervios y pensaba que quizás podría tropezarme con los cables y hacer de mi presentación toda una comedia.
Era la primera vez que cantaba como solista en una presentación del coro, además de ser en el teatro municipal frente a 600 personas expectativas. No habíamos tenido un ensayo general con los demás solistas así que minutos antes del inicio del concierto, me dieron algunas indicaciones rápidas sobre la entrada, las luces, la salida y la continuación. Trataba de asimilar todas las instrucciones cuando el tercer timbre sonó y el telón se abrió. Yo debía hacer mi entrada en la primera canción así que me preparé psicológicamente todo lo que pude en poquísimos segundos. La gente aplaudía, un gran público, al parecer... las luces comenzaron a circular por el escenario y el coro finalmente hizo su gran entrada. 
Era mi momento, tomé aire y salí a escenario. Con el micrófono en mi mano derecha me acerqué  triunfante a mi lugar y segundos antes de que comience a cantar tuve mi primer enfrentamiento con el "CAÑÓN"
Nadie me había preparado para un encuentro tan íntimo con la luz de escenario más intensa. Ésta se encendió y sentí que un flash se había congelado y empezaba a marearme. Pero no me detuvo, canté, tal y como había ensayado muchas veces antes y me sentí aliviada. Cuando esta luz se suavizó pude ver a toda la gente en silencio que sonreía, tomaba fotografías o aplaudían. ¿Quiénes serían?, gente que no había visto jamás y quizás ocultos en la oscuridad algunos que me reconocían y me aplaudían con el resto. No sabía, tan solo bailaba mientras duraba la canción y cantaba con todo cuando me tocaba. Cuando finalizó, agradecí y fui a reincorporarme al coro para continuar con el repertorio. Sonreía, lo había hecho bien y la sensación del escenario tan cerca del público, me dejó con la adrenalina muchas horas más. Los siguientes días las presentaciones fueron mejorando y yo iba perdiendo los nervios, para el domingo estaba relajada.  Mientras cantaba por última vez recordé que en una semana Fito Paez estaría en el mismo lugar donde ese día cantaba yo, él con su piano y su guitarra cantando y enfrentándose con la misma luz que esos días había conocido... Me imaginé a Fito hablando con la luz antes de su presentación, quizás era una amiga suya más que lo adoraba a él y a su música tanto como yo...

viernes, abril 15, 2011

Pueblo Paez

¿Qué hacía Fito Paez entre la multitud de pueblerinos que esperaban el sacrificio de un gato desde un balcón? 
No me puse a pensar en la incoherencia de aquella situación, tan sólo abrí la puerta del auto para llamar su nombre desesperadamente... "FITO! FITO! FITO!" Él me miró y se abrió paso entre la gente que llevaba al gato petrificado sobre sus cabezas. Me abrazó y me saludó con ese acento argentino que me pone la piel de gallina instantaneamente, parecía un viejo amigo que volvía a ver después de algunos meses. Era irreal, el mismo Fito Paez, ese de pelo negro y ondulado con canas visibles llevando sus gafas tan peculiares, me hablaba sin parar. Yo muscullaba algunas palabras que él comprendía a la perfección. Para mi sorpresa y alivio su voz era la misma que había escuchado en cada una de las canciones que habían acompañado diferentes momentos de mi vida...era el mismísimo Fito Paez que me hablaba.
De pronto, él me tomó del brazo y me pidió que fuesemos a buscar vino en la plaza de aquel pueblo desconocido, yo cerré la puerta del coche y decidí acompañarlo. Mi mente divagaba entre marcas de vinos para ofrecerle, no se me ocurría ninguno en especial. Mientras ibamos caminando lado a lado él cantaba...
♪♫♪...Vos sos tan incierta yo también y nadie sabe nada y quién a quién vino a buscar
OH, tell my heart, decímelo, contámelo, probame que lo hiciste mal, es una posibilidad oh
Y todo lo que no contás es todo lo que alguna vez con toda mi alma voy a confiar
Lo que pasó fue para bien, no lo trates de entender, sabés que ya no hay vuelta atrás 
tuvimos la oportunidad
Y si algo aprendimos en el mundo es que el mejor momento aún no vino, está por llegar... confiá...♪♫♪
Me encotraba en un éxtasis total escuchando la melodía proveniente de su voz, armonías que me llenaban de alegría y me transportaban a un mundo exquisito. Caminabamos lentamente, él cantando y yo viviendo el concierto de mi vida. Llegamos a un pequeño almacén desolado que tenía muy pocos productos para ofrecer, miré alrededor y no encontré ningún vino disponible. Fito se acercó entusiasmado al estante que presentaba té de todos los sabores posibles, tomó tantas cajitas como pudo y las demás las tomé yo. Me pregunté el porqué de la extraña adicción de Fito al té, quizás en Argentina no habían, pensé. Le pregunté para qué necesitaba tantos sabores de té y él me respondió que servían para tener esa maravillosa voz que él posee y que, además, los necesitaba para la noche del concierto.
Claro, hoy por la noche era su concierto en mi ciudad y nos encontrabamos a quien sabe cuantas horas de ella. No sabía que hora era exactamente pero estaba oscureciendo, Fito pagaba lo que iba a llevar mientras tarareaba otra de sus canciones...Circo Beat.
Cuando salimos de aquel almacén ya era de noche, probablemente las 7 u 8. Le pregunté como llegaría a la ciudad en tan pocas horas y él muy seguro dijo que no haría esperar nunca a la gente, llegaría en un abrir y cerrar de ojos... sería inovidable la velada aquella, me aseguró.
Nos subimos en un coche para llegar a la ciudad. Yo lo observaba mientras seguía cantando y le pregunté si podría hacerme un favor. Le pedí que nos dedicara una canción a mí y a mi novio durante esa velada, "11 y 6". El sonrió y escuchamos un sonido extraño que se hacía cada vez más fuerte...sonaba como un despertador!
Desperté en una mañana fría de martes y el sonido efectivamente era el de mi despertador, todo había sido un sueño...


sábado, febrero 19, 2011

¡Señorita Disciplina no se distraiga!

A veces pasa… Estoy frente a esta página en blanco con la barrita vertical parpadeando ansiosa, el color mismo de ella provoca un raro efecto en mi mente. Es como si todas las secuencias de palabras que había formulando hasta este preciso momento se fueran borrando una a una paralizando a mis dedos. Es cuando  me encuentro cara a cara con el teclado del computador, éste me grita ¡ESCRIBE YA! Y empiezo a rozarlo con el deseo de presionar sus teclas pero sin la más mínima idea de cómo hacerlo.

Empiezo a girar en la silla, tal vez creo que de ese modo podría recuperar las recientemente ideas perdidas. Las vueltas empiezan a subir a mi cabeza y me detengo antes de lamentarlo mucho y terminar abrazando al inodoro. Vuelvo a rozar las teclas y solo atino a escribir “Hoy…” vaya comienzo, pienso, y sigo escribiendo letras, palabras y frases sin coherencia alguna. Después de unos segundos me invade una rabia abrupta y me desquito con la tecla para borrar.
“¡Más amor con esas teclas!” me grita alguien desde el otro lado de la casa. Debo estar tecleando con furia de nuevo, y no es culpa del  teclado que ande tan distraída y torpe. Subo la mirada otra vez y me encuentro nuevamente con la página en blanco y la barrita  vertical titilante, abajo solo están las teclas intocables.
Bueno, quizás sea una buena idea preparar el ambiente adecuadamente, un poco de música la postura correcta y probablemente  sea efectivo bajar un poco el brillo del monitor para no cansar a mis ojos innecesariamente.
Escojo una canción de ritmo acelerado porque si escucho alguna melodía lenta terminare distrayéndome con mis ganas de cantarla. Bien, de todas formas termino cantando a todo pulmón cualquier canción que me agrade, quizás la música no era una buena idea del todo. La postura… pues con esa sillita es utópica, tan solo eso podría decir. El brillo del monitor si ayuda un poco pero no evita que me distraiga automáticamente, es cuando empiezo a girar en la silla otra vez.
Entre esos giros lentos (pero seguros) recuerdo que alguien me había dicho un día que para escribir se requería mucha disciplina. Tendría razón esa voz que ya  lleva consigo años de experiencia encima. Así que…”disciplina” ¿cómo y dónde la encuentro ahora? De nuevo frente a esa hoja virgen tecleo en mayúsculas DISCIPLINA… La contemplo con detenimiento y muchas cosas se vienen a mi mente, la escuché tantas veces sin saber su verdadero significado.
"Disciplina. (Del lat. disciplīna). f. Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral. || 2. Arte, facultad o ciencia. || 3. Especialmente en la milicia y en los estados eclesiásticos secular y regular, observancia de las leyes y ordenamientos de la profesión o instituto. || 4. Instrumento, hecho ordinariamente de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canelones son más gruesos, y que sirve para azotar. U. m. en pl. || 5. Acción y efecto de disciplinar. || ~ eclesiástica. f. Conjunto de las disposiciones morales y canónicas de la Iglesia.
Disciplinazo. m. Golpe dado con las disciplinas.
Disciplinar. (De disciplina). tr. Instruir, enseñar a alguien su profesión, dándole lecciones. || 2. Azotar, dar disciplinazos por mortificación o por castigo. U. t. c. prnl. || 3. Imponer, hacer guardar la disciplina (ǁ observancia de las leyes)."
Después de eso, creo definitivamente que es mejor pensar en mi propia definición de disciplina, tal vez sea una compilación de lo que dicen los profesores, papás y otros escritores. Entonces, DISCIPLINA es: enfocarme en escribir, leer muchísimo para mejorar las técnicas constantemente, aprender de otros escritores y sus experiencias, dedicarle un tiempo calculado al teclado todos los días,  y principalmente no distraerme más…
Me parece bien, con esto en mi cabeza quizás puedo empezar a dejar que las palabras fluyan de mis yemas y se unan mágicamente para finalizar con un punto final y un clic en “Publicar”.
De vuelta a esta página en blanco, estoy lista para comenzar de nuevo…
Ummm….
Quizás deba encontrar la disciplina después de la inspiración de un buen trozo de pie de limón…
¿Alguien se une?

sábado, diciembre 11, 2010

Comptine D'un Autre Été...

(Lee con la melodía en play)

Cada nota proveniente de aquel piano entraba lentamente por mis oídos y estremecía mi cuerpo entero. Aquella melodía danzaba entre mis pensamientos y jugaba con mis sentidos. Cerraba mis ojos y me imaginaba en un gran salón rojo que tan sólo poseía un piano en el centro, deslizaba mis dedos suavemente por aquellas teclas de marfil y la melodía encadenaba cada uno de mis movimientos. Abría mis ojos y sentía su respiración entrecortada sobre mi hombro, mientras disfrutaba de aquel silencio inundado por la melodía del mágico piano. El cuarto estaba oscuro, solamente una dosis de luz entraba por la ventana atravesando las cortinas de seda blanca. Subía las manos como tratando de alcanzar el cielo y dibujaba con los dedos el compás de aquella escena musical. Jugando con las sombras entre mis brazos, formando figuras extrañas a contraluz de su cuerpo.


¿Qué era esa sensación tan extraña? Muy poco podía describirla más sólo podía sentirla. Quizás un efecto nuevo de una eterna presencia en mi transcurso que se pronunciaba cuando él me abrazaba y descansaba a mi lado. Así continuaba la armonía, mientras le contaba de mis sueños, de mis ideas y de lo mucho que me inspiraba, él permanecía quieto escuchando una a una mis palabras y la melodía que recorría cada uno de los espacios de aquel cuarto oscuro. Sonreía cuando sentía su respiración cada vez más cerca y jugaba con mis manos danzantes.


El tiempo se detenía cuando se quedaba fijo en mi mirada, cuando encontraba la esencia emanante de mi cuello. Y yo le hablaba de café, de recuerdos de café... de cuentos sin sentido y de planes imperfectos que se completaban con sus ideas. Entonces, aquel piano continuaba con su labor laboriosa de extasiarme y llevarme a lugares desconocidos de mi conciencia. Es como en mi mente se pintaban las noches en las cuales nos teletransportamos para reunirnos en sueños y así no desperdiciar ni un minuto de la presencia de otro.


Así permanecíamos, encerrados en nuestro pensamientos, aferrados a nuestros sentidos y perdidos entre nuestras miradas parecidas. Cuando se aceleraba el tempo de la melodía se acercaba y me decía al oído dos palabras que me hacían volar...


Cuando la melodía terminaba yo le decía...
"Ponla de nuevo"

Comptine D'un Autre Été - Yann Tiersen 

jueves, noviembre 25, 2010

Entre autobiografías y otras historias...

Al abrir el archivo que titulaba "autobiografía" pensé que estaba a punto de encontrarme con algún tipo de broma clásica o alguna de esas cadenitas insoportables que se presentan en ocasiones llenando tu correo electrónico para condicionar tu suerte futura. No fue así, al contrario, me encontré con algo mucho más serio. Eran 13 hojas que resumían 20 años de vida...13 hojas que me pusieron a pensar. ¿Cómo hacer entrar tanto tiempo en tan pocas páginas,? parecía uno de esos proyectos para la materia de literatura en los tiempos del colegio.

Comencé analizando el título "La Vida es Hermosa", me recordó a esa película con la que lloré tanto La vida es bella. No podía ser una analogía, de ninguna forma podía ser una tragedia de las misma índole, quizás esta biografía si tendría correspondencia con el título, pensé. Después del título me detuve abruptamente frente a una advertencia, "esta no es una aventura" la cual, al mismo tiempo, me sugería buscar una película en el cine en caso de que quisiera encontrar alguna en las páginas siguientes. Sí, es un pésimo escritor para comenzar, pensé. La vida puede ser rutinaria hasta un poco monótona, pero nosotros como escritores siempre encontramos el lado AVENTURERO y MÁGICO a lo que vivimos día tras día. Dejamos que el lector encuentre su propia emoción en el pasar de los días...(No es, por supuesto, un hombre común)

Las líneas siguieron su transcurso mientras iban contando una a una pequeños sucesos que tenían la importancia necesaria para ser mencionados. Me refiero al nacimiento, la familia, el colegio, los amores... haciendo mucho incapié en éste tema. Había pensado en un título alternativo para aquella autobiografía... yo la habría bautizado como "Mis amores, tragedias y un poco de la cotidianidad de mi vida" para hacer un orden de prioridades de aquella historia. Pero no era mi vida en cuestión, era la perspectiva de alguien que aprecio bastante sobre la suya propia.

Me pregunté entonces ¿cómo llamaría a mi propia autobiografía? ...pero no tenía muchas ideas. Quizás le pondría lo primero que se vendría en mente... "La vida como un maní"  (¿maní? con chocolate mínimo...) Pero, la pregunta del millón sería ¿en que momento empieza la vida? Quizás debería hablar de mi nacimiento como un punto de partida, o como bien lo expresa el autor que mencioné hace poco, desde una celula llamadas "cigoto" creada con la pasión de dos personas en un momento netamente impulsivo. Pero, en mi caso, buscaría una fecha en específico que le daría el comienzo oficial a mi vida. Por ejemplo diría... Mi nombre es Laura y mi  verdadera vida comenzo un diciembre del año 2007, cuando salí de un caparazón duro para cambiar mi forma de ver el mundo (Nada ha cambiado excepto mi actitud, por eso TODO ha cambiado) Y pues, los años anteriores serían solo simples pasos para llegar al inicio y los que le siguen son trasformaciones, peleas, opiniones y muchas otras alegrías como en una ensalada de frutas. 

Si lo vemos desde otro punto de vista, podríamos escribir una autobiografía en muchas hojas tan solo contando el día de hoy, los pequeños detalles que hacen esta vida tan maravillosa. Un amanecer y un atardecer entre el paso de las horas, entre sonrisas y lágrimas que nos ayudan a crecer. Una vida por cada día... quizás de esa forma apreciaríamos el tiempo mucho más.

Mientras tanto, podríamos esperar a que alguien más se inspire con nuestros días  y que escriba sobre ellos, sobre nuestra vida, aunque bien sabemos que nadie sabe mejor de ella que nosotros mismos...

viernes, noviembre 12, 2010

Ensayo sobre los mareos...

Es extraño, hoy todos estaban mareados. Desde el momento en el que me subí a la movilidad, observé que todos se incomodaban y trataban de buscar una ventana abierta para tomar un poco de aire. El conductor buscaba las peores curvas para pasar y hacía horribles maniobras cada dos segundos, frenaba de tanto en tanto y ponía su música a todo volumen (parecía a propósito). Todos se movían de un lado para el otro y respiraban con dificultad. Sus dedos se adormecían y se veía en ellos la desesperación de doblarse con normalidad, algunos preguntaban la hora y otros las veían en sus relojes con la mirada ansiosa de ser tarde para entonces. Se escuchaba el sonido de las monedas caer por el suelo con un sonido que perforaba sus oídos y su voz temblar al pedir ayuda inmediatamente. El conductor se abría paso entre la fila de autos detenidos y su impaciencia se escuchaba hasta el último asiento de atrás. 

Cuando llegó la hora de bajar vi que las personas que caminaban en mi misma dirección tambaleaban y se sacudían tratando de despertar, el aire era más fresco y parecía calmarles un poco el desaliento. Las calles los traicionaban y parecían caer y levantarse otra vez sin cesar. Cuando me subí a su auto vi que hasta el agua giraba para dar la impresión de que pronto iría a salir de propia botella. Miraba las calles pasar velozmente con las personas que se agachaban para intentar vomitar y así continuar su travesía matutina.  

Recordé un libro que había leído algunos años atrás, Ensayo sobre la ceguera de Saramago. Quizás todos se estaban mareando, como en esa historia increíble en la que todos se vuelven ciegos menos una persona. Entonces, así es como todos empezarían a sentirse mareados en un determinado tiempo  y llegarían a desvariar... todos menos yo. Quizás no debería hablar con nadie aún, para que la gente no entre en pánico y podamos resolver el problema conjuntamente. Giré mi cabeza para confirmar mi teoría y lo vi allí, sentado en el asiento paralelo conduciendo tranquilamente...talvéz no le llegó la hora todavía, pensé. Él, al darse cuenta de mi mirada preocupada,  me miró con una ternura inconfundible y preguntó... "¿Ya no te sientes mareada mi amor?"
(...)

lunes, noviembre 08, 2010

Rasca la cerámica conmigo…


En un ambiente donde el silencio es más digerible que las palabras mismas, tomaba una taza de café con leche mientras me comunicaba tan solo con miradas con mi hermana. Ella me decía con los ojos “corta un pedazo de queso para mí” y me señalaba un platillo con su meñique muy disimuladamente. Las señas eran la única forma de evitar algún tema que inicie alguna discusión en casa. Era normal, estamos muy acostumbrados a preferir no decir nada o a aferrarnos a respuestas cortas en la mesa que a terminar llenándonos de impotencia por dentro.
Después de algunos minutos, escuchábamos tan sólo un sonido proveniente del perro. Pelu había estado rascando el suelo de cerámica desesperadamente, todos nos quedamos expectativos a sus movimientos. “Perro estúpido” dijo ÉL rompiendo el silencio, mientras yo contemplaba sus ojos llorosos. “Pobre Pelu”, dijo mi hermana, “cree que encontrará huesos debajo de los azulejos”. Pelu nos miraba de tanto en tanto, como pidiéndonos ayuda pero continuaba  en su labor rigurosa. “Seguramente esta buscando los huesos que ocultó el día de ayer justo en ese lugar” dijo por último mi hermana, mientras se levantaba de la mesa. Luego, desde su silla ÉL gritó “¡basta!” y Pelu tuvo que retirarse resignado a su cama.
Seguramente alguien levantó sus huesos pensando que eran basura. Sin pensar que quizás eran importantes para su día. Pelu no lo creía aún y era la razón por la que rascaba la cerámica como si fuera tierra. Entonces, Pelu tuvo que conformarse  con las galletas que no le gustan para saciar su hambre. Obviamente no era lo mismo, y se notaba su inconformidad en sus ojos brillosos. A veces, me pregunto lo que nos diría si pudiera hablar, quizás tendría un discurso preparado para ÉL.
Después de aquella escena me fui a mi habitación y me senté al borde de mi cama. Inmediatamente vi a Pelu acercarse a donde estaba y apoyar su cabeza sobre mi pierna. Hacía eso siempre que buscaba un cariño o una caricia de mi parte, lo rocé suavemente mientras le decía bajito que yo me sentía exactamente como él en ese momento. También me robaron mi razón del día, le dije, aún no lo creo y sigo rascando la cerámica para encontrarla. Aún los observo tratando de hallar una pequeña ayuda, aunque estoy muy consciente de que no me la darán. También me gritan, y debo resignarme de seguir luchando y conformarme con algo que no me gusta. Quizás algún día mi cerebro se convenza de que pueda tolerarlo, pero hasta entonces… ¿Cuánta soledad podré soportar? Pelu me miraba como si me entendiera cada palabra que le decía. Parecía que sus ojos me decían “hey, no llores tontita, no estas sola” y tenía toda la razón…
…Mi celular estaba vibrando una vez más.

sábado, noviembre 06, 2010

No merece llamarse ya utopía...

Lo guardaba dentro de un rincón de mi corazón que se llamaba... "pesadillas, ironías y otras utopías". Pensaba que jamás tendría que salir de allí, ese sentimiento de frustración combinado con rabia y desesperación, para materializarse en mi realidad. Creía que si existía "alguien" allá arriba no permitiría que mi vida perdiera el sentido así de rápido, así de fácil. 

"Aquí no se termina la vida" me decía mi padre, mientras sentía desangrarme lentamente sobre aquella silla de la cocina. Veía en tan pocos segundos mil imágenes pasar por mi mente, una por una  se iban desvaneciendo rápidamente y solamente me quedé perdida cuando vi la imagen de mis recuerdos en la que él me tomaba de la mano y sonreía a mi lado. A él no... por favor, rogaba mi mente una y otra vez... a él no renunciaré. "Algo esta mal" me repetía una y otra vez mi padre mientras le quitaba uno a uno los sentidos de mi vida dejándola flotando en el vacío.

Me relación con mi padre siempre fue turbulenta. Desde niña cambié ese amor paternal por un respeto obligado por el miedo. Nuestra relación se fue construyendo en base a ese tipo de características, yo era la niña que siempre se portaba mal y  consecuentemente tenía su respectivo castigo. Escuché gritos y amenazas la mayor parte de mi infancia, por eso no me gusta recordarla nunca. Siempre tuve la esperanza de que el tiempo cambiaría de alguna forma las cosas y nuestra relación mejoraría. Pero no pasó así en los últimos 15 años después, el tiempo simplemente me enseñó a ser más resistente. 

Descubrí más adelante que nuestra relación se mantenía, de vez en cuando, algo estable gracias  a un factor que yo fui construyendo a lo largo de mi vida. Él sentía un orgullo extraño por ser mi padre, por tener una hija que jamás fallaba y que llenaba sus días de triunfos inequívocos. Jamás en mi vida lo escuché decirme "Hey, me siento orgulloso de ti", solo lo sabía cuando él lo hablaba con otras personas..."mi hija mayor eso, esto y aquello"

Nunca esperaba algo a cambio de lo que hacía. Él me repetía una y otra vez que eran solo para mí y no para él, aun así exigía y exigía más cada vez. A esa vida nos acostumbramos ambos y nunca se me pasó por la mente la posibilidad de que algún día tendría que cambiar esta rutina. Pero llegó el día, sin avisar, en el cual yo fallaría y como cualquier ser humano, caería.
Vi todo derrumbarse y cambiar de sentido bruscamente, jamás lo había escuchado pronunciar tantas veces la palabra mediocre. Su voz aun gira en mi cabeza para recordármelo, su poco orgullo se desvaneció en sus ojos inundados de furia.

"Algo esta mal" volvió a repetir mientras mencionaba una a una las razones restantes que me mantenían atada a la tierra...

...ahora es como me siento, como si me hubieran arrancado ambos brazos al mismo tiempo y flotara en un espacio vacío y sin sentido, con ninguna otra razón que esperar a que el siguiente minuto pase.


viernes, octubre 22, 2010

En un café se vieron por casualidad....

Hace un par de noches en uno de tus muchos mensajes cotidianos, me escribiste algo que fue totalmente oportuno al momento. Decía: "No me importa el futuro ni es relevante el pasado, vivo el mejor de los presentes"... No pude evitar que una sonrisa se me escapara ese instante, una de esas tantas que aparecen solamente cuando siento tu presencia en mi entorno.

Pero... ¿porqué te digo esto?

Porque sabía que en mi presente habrían muchísimos momentos en los que me encontraría cara a cara con retazos de mi pasado, es así como sucedió esa noche...

Iba caminando tranquila  mientras esperaba una movilidad que me llevaría a mi reunión. Ensimismada y perdida entre mis pensamientos, miraba superficialemente a la gente que pasaba apresurada por las calles. Cada persona en su propio mundo con sus propios asuntos. Me detuve por un instante en una esquina y entre toda esa multitud movediza reconocí un par de ojos avellana que se conectaron por algunos instantes con los míos. Había preparado a mi mente por casi un año para ese instante preciso, sabía que llegaría el día exacto en el que me encontraría con ese par otra vez, pero quizás me lo habría imaginado de otra forma diferente. Sentí mi corazón saltar de la rabia inmediatamente, un grave impulso de derribarlo contra el suelo y no dejar que esos ojos color avellana volvieran a ver la luz otra vez... me controlé para quedarme analizando esa situación por unos segundos más.

Me di cuenta repentinamente del miedo que sintió al acercarse a mí, trató de tomar otro rumbo abruptamente pero no podía negar que yo estaba observándolo desde aquella esquina.

A veces pasa...creo que te preguntas a ti misma ¿cómo puedes cometer ese tipo de errores garrafales? Es como si vieras una piedra en el camino y aún cuando la viste allí ¡te tropiezas con ella! No pude evitar reírme por dentro en medio de esa escena tan dantesca. Él pasó tan deprisa que pude percibir su incomodidad pasar fugazmente por mi lado, obviamente no me saludó ni nada parecido, quizás sabría que las consecuencias de una humillación así no serían agradables.

Lo vi alejarse, con un puñado de malos recuerdos, desaparecer entre la multitud de gente... Caminé un poco más en dirección contraria y por fin pude encontrar la movilidad que me llevaría a mi reunión... y sonreía, de la manera natural en la que lo hacía estos últimos días.

Creo que es bueno que tus desencuentros se choquen contra tu estabilidad emocional, te recuerdan la fuerza sobrenatural que te rodea y las mil formas de pisar el pasado.

Realmente no sé que pasará mañana, como le dije a alguien alguna vez..."seguiré cantando", estoy segura, y si tengo suerte y buen karma... seguiré cantando contigo. El pasado es irrelevante, sin importar las veces que me lo vaya encontrar, mi pasado me tendrá miedo si me encuentra sonriente. Mi presente...bueno pues, los dos sabemos...

domingo, octubre 17, 2010

Cuarto menguante

Mientras mi cuerpo de deslizaba rápidamente de forma curvilínea, sentía el viento chocar mucho más fuerte contra mi rostro y la adrenalina acelerar en dirección a mi cabeza. Allí estabas...ingrata, sonriente cuarto menguante, con tu luz brillante y con la forma sarcástica de tu expresión, postrada en el cielo mostrándote e lejana y diminuta, ocultando tu grandeza y vanidad... Mi cuerpo cada vez más rápido contra el viento y mi mente cada vez más dispersa. Había una vista hermosa de la ciudad que apenas podía distinguir estática por el movimiento violento que dispersaba mi mirada una y otra vez, la única pacífica en esa escena..tú, cuarto menguante.
A veces mirando hacia el cielo, otras por el suelo... pero en constante cambio violento. Tú me mirabas, cuarto menguante, mientras sentía como me suzurrabas al oido... ¿viste el suave y atercipelado asfalto?...¿por qué no saltas?  y efectivamente debajo de toda esa imagen preciosa de las luces de la ciudad me turnaba entre el cielo y el asfalto decidida a no mirarte de nuevo.... El viento cada vez mas frío disipaba tus palabras que me obligaban a lanzarme desde lo alto del momento.

Me aferré firmemente a las cadenas que  me sostenían contra la gravedad del suelo para no hacerle caso a mi impulso persistente de saltar sola e intentar volar. Descubrí tu maña, cuarto mengunate, sé lo que intentas hacerme, te funcionó otras veces, pero esta noche de cielo despejado me encontraste en mi momento de pura felicidad, me encontraste con los pies en la tierra. Ésta es la primera vez que sentiré mucho verte perder, ¡esta vez gano yo!

Sentí como la velocidad disminuía en el movimiento, sentía solamente el suave viento rozarme y las luces que tenía en frente aclararse. La tranquilidad se siente así, se detiene el tiempo y el momento es perfecto. Lentamente frené con los pies hasta quedarme quieta en aquel silencio inconfundible. Me bajé de aquel columpio para tomar de la mano a la única persona que me hace olvidar la gravedad  mientras camina de mi lado...♥


miércoles, octubre 06, 2010

Entre paredes opacas...

Uno de los lugares donde menos me gustar estar es en un hospital, ya sea visitando a alguien, o mucho peor, siendo atendida yo.  Aparte del hecho de que  simplemente no confío en los médicos de este tiempo en mi país, me entristece también el ambiente mismo de un hospital. Quizás hubiera sido una persona muy infeliz si me decidía, en cierto punto de mi vida, a estudiar algo relacionado al rubro de la medicina.

Debía hacer una aclaración como ésta antes de contarles algo extraño que sucedió durante estos últimos días.
Internaron a mi madre hace un par de semanas para hacerle dos cirugías importantes. Las dos cirugías eran sumamente sencillas así que ella aprovecharía para que fueran hechas al mismo tiempo sin ningún tipo de complicación prevista. Desde el momento en el que entramos a ese hospital, me sentí incómoda con la gente vestida de blanco que corría a toda prisa por los pasillos y las enfermeras de verde que tenían la mirada perdida y cansada. Me molestaron, además, los azulejos de color opaco que recubrían los pisos y las paredes y el olor interminable a cloro combinado con alcohol.
Cuando llegamos a su habitación designada, había una señora que reposaba en la cama contigua que apenas sonrió  cuando nos vio entrar. Ella se veía triste y cansada, más tarde me enteré que estaba allí porque había tenido dos cirugías previas en las que había abortado a sus gemelos por negligencia médica, sumado a todo esto el hospital no la dejaba volver a casa ya que la cuenta se fue sumando hasta llegar a los 1500$  y ella no podía pagarla. Recordaba ese momento cuando mi padre me decía que la medicina había estado cambiando radicalmente, eran ahora muy pocos los médicos que realmente hacían su trabajo a conciencia propia, el resto eran traficantes de vidas que simplemente buscaban el lucro del oficio a costa de la vida humana.

Quizás esa situación me asustaba mucho más, no sería tan sencillo dejar a mi madre en manos de personas en las que no confiaba. Traté de calmarme al ver su mirada segura mientras se acomodaba en su cama con la ayuda de mi padre. "Su cirugía será temprano por la mañana y todo estaría bien por la tarde" me decía mi padre mientras volvíamos a casa después. Debía creer eso y ser positiva... "todo estará bien, ya estará pronto de nuevo en casa"...me repetía una y otra vez al notarme  mucho más nerviosa. Mi padre tampoco estaba muy tranquilo del todo, se había enojado el momento en el que la enfermera le preguntó a mi madre si tenía casa o auto propio. ¿De qué les servía saber eso si tratamos un asunto medico solamente?, más tarde me di cuenta que hacían esa pregunta para ver la posibilidad de hipotecar tu casa o tu auto en caso de que no pudieras pagar la cuenta... el lucro de nuevo... me indignaba aún más.

No pude dormir bien aquella noche, soñaba con las paredes opacas y los pasillos interminables de aquel hospital, soñaba con la mirada confundida de los médicos y con las risas oscuras de las enfermeras. Desperté y eran mas o menos las 9 de la mañana, ella había entrado a quirófano hace media hora ya, la sola idea de que ella estaría inconsciente para entonces me ponía inmediatamente muy tensa y ansiosa. Mi padre había salido temprano para acompañarla antes de que le pusieran la anestesia y luego se fue a su oficina ya que era un día de muchísimo trabajo, me llamó luego para organizar el almuerzo...nunca nada salía ordenado cuando no estaba ella.

Por la tarde, fui directamente al hospital para visitarla después de su cirugía. Cuando entré en su habitación me encontré con su enfermera e  inmediatamente le pregunté si todo había salido bien y ella sonrío y dijo "si" , miré a mi madre mientras permanecía dormida. Me senté a su lado y abrió apenas los ojos para verme, balbuceaba algunas palabras que no entendía pero logré descifrar que hubieron complicaciones durante la cirugía (enfermera mentirosa). Al parecer solamente lograron hacer una de las operaciones y que la otra se había complicado gravemente hasta llegar al punto de tomar una decisión extrema de alto riesgo. Me asusté ese momento, ella me explicó que los médicos salieron para pedir la autorización a alguno de mis parientes para poder aplicar la decisión riesgosa. Me esperaba lo peor ya que sabía que en ese dado momento no estábamos ni mi padre ni yo. Ella sonrió y dijo.. "La abuela estuvo aquí, ella no les autorizó  la 2da operación" Pero, un momento, ¿mi abuela estuvo aquí? si no me había dicho nada.

Efectivamente, ninguna de mis abuelas había estado ese momento. Inmediatamente llegué a casa lo verifiqué. Pensé que quizás mi madre dijo eso todavía bajo los efectos de la anestesia, quizás se confundió y en realidad no hubieron complicaciones ni apareció mi abuela mágicamente. Luego en el hospital las enfermeras y los médicos nos dieron la misma versión " Una señora ya mayor que dijo ser la madre de la paciente no autorizó el procedimiento de la cirugía, fue una buena decisión ya que era muy probable que tu mamá perdiera mucha sangre en la 2da operación y no tenemos reservas desde hace algunos días"

Cuando se lo conté a mi padre, tampoco él podía creerlo. ¿Quién se hizo pasar por su madre, por mi abuela? Era muy extraño, aún no lo podemos entender. A veces mi padre, en la mesa cuando estamos todos juntos otra vez, nos dice que esto fue una especie de milagro, que la que se presentó ese momento crítico fue una representación de la Virgen María para salvar a mi madre... yo, la verdad, conservo mis escepticismos aún, pero agradezco el hecho de que ella aún me despierte todos los días...