sábado, octubre 29, 2011

Última noción de Laura

Cierro el Libro,las lágrimas brotan y recorren mis mejillas... Laura Avellaneda se ha ido, con el amor entre los dedos, con la tristeza de Martín Santomé y los recuerdos vivídos sobre su piel...

Última noción de Laura (Mario Benedetti) 

Usted martín santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aún en el caso de que no estuviera
todavía muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza

usted martín santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
pero debo ser floja incitadora de vida
porque me estoy muriendo santomé

usted claro no sabe
ya que nunca lo he dicho
ni siquiera
esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres
usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme

usted martín santomé no sabe
y sé que no lo sabe
porque he visto sus ojos
despejando
la incógnita del miedo

no sabe que no es viejo
que no podría serlo
en todo caso allá usted con sus años
yo estoy segura de quererlo así

usted martín santomé no sabe
qué bien qué lindo dice
avellaneda
de algún modo ha inventado
mi nombre con su amor

usted es la respuesta que yo esperaba
a una pregunta que nunca he formulado
usted es mi hombre
y yo la que abandono
usted es mi hombre
y yo la que flaqueo

usted martín santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal protazo

es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted

quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo
santomé
no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada
usted
martín
martín cómo era
los nombres se me caen
yo misma estoy cayendo

usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué sola va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da.


(...28 de octubre...)

martes, octubre 11, 2011

Je vous imagine...

Pasaron las horas y su llanto que había empezado con tanta emoción, terminaba por fin. Se levantó, se miró al espejo y notó que todo su maquillaje había sucumbido a su tristeza. Tenía las mejillas secas y manchadas con rímel negro. Sacó su pañuelo, un poco de crema y solucionó el problema. Se arregló el pelo, lo agarró con un moño azul. Buscó el perfume que a él tanto le gustaba y se lo puso. Se levantó del tocador mirando por la ventana unos instantes, dudando. Afuera llovía a cantaros y la noche anunciaba ya su llegada. Quizás necesitaría un paraguas, quizás un abrigo más...

Extrañó, de repente, aquellas tardes en las que se quedaba mirando por su ventana, escuchando aquel CD de jazz que había recibido como regalo de cumpleaños. Hacía tantos años atrás y la nostalgia era siempre la misma, El sonido incandescente de aquel piano acompañado por el dulce saxofón aún la cautivaban de manera inimaginable. Se preguntó si algún día dejaría de añorar aquellos momentos de incontenida felicidad, quizás pronto.

Después de algunos segundos de recuerdos, aterrizó al escuchar la bocina que la llamaba insistentemente. Olvidó el abrigo y el paraguas y salió rápidamente dejando todo el pasillo perfumado de su esencia. Él la miró y sin bajar del auto la saludó, ella subió y al sentarse él le ofreció la mejilla diciendo… “Vaya que llueve mucho”. Ella suspiró profundamente y respondió asistiendo con la cabeza. El auto partió a toda velocidad y en la radio sonaba dulcemente… ”J’amerais tant savoir comment tu te réveilles…♪♫♪” (...)