sábado, agosto 17, 2013

Entre cajones y olores

Andaba yo desesperada buscando una camisa entre mis cajones, revolviendo la ropa, llevándola de aquí para allá, desordenando sin motivo. Fue entonces cuando encontré una antigua bufanda suya. Me quedé observándola por unos instantes mientras permanecía en el fondo y sin tocarla cerré el cajón de repente.

Me senté en el borde de mi cama y muchos pensamientos recorrieron mi mente. Había olvidado que la bufanda se había quedado allí por tantos meses, había olvidado que aún me quedaba ese pedacito de tiempo encerrado en aquel cajón. Me levanté, abrí el cajón y volví a encontrar la bufanda ante mis ojos. La tomé despacio e inmediatamente la llevé contra mi rostro. Aspiré profundo y sentí mis ojos humedecerse, no sé si fue a causa del polvo que había acumulado o del olor que emanaba, probablemente lo segundo más que lo primero.

La puse a un lado y contemplándola abrí mi cuaderno de notas. Comencé a escribir las miles de ideas que se cruzaban por mi cabeza. Era la única forma descubierta de vencer mi ansiedad adquirida. Escribí unas cuantas frases con tu nombre repetido una y otra vez. Escribí algunas cosas que no tuvieron sentido alguno al releerlas y finalmente escribí un pequeño punto.

Cerré el cuaderno,

Guardé la bufanda,

Cerré el cajón,

...y encontré la camisa.